martes, 20 de octubre de 2009

Dislipidemias: definición y abordaje nutricional.






Antes de definir esta enfermedad que pocas personas reconocen padecer y brindar las recomendaciones nutricionales en caso de padecerla, tenemos que hacer dos cosas: la primera, aclarar que estas recomendaciones a pesar de ser de gran ayuda para el manejo de la enfermedad, es necesario visitar y consultar con los especialistas antes de realizar algún cambio. Es importante comprender que las enfermedades se presentan de manera distinta en las personas, y que por lo tanto, aunque dos personas tengan el mismo padecimiento, su tratamiento va ser individual y específico, de ahí la importancia de visitar a un médico que le brinde el tratamiento adecuado, y a su nutricionista, para iniciar los cambios en la alimentación y en el estilo de vida para complementar su tratamiento médico. Por otra parte, la segunda cosa que debemos hacer antes de ver las recomendaciones, es "desarmar" la palabra.


El término "dislipidemias" proviene de "dis" que quiere decir anomalías; "lipi-" que proviene de lípidos, que es el nombre que se le dan a las grasas orgánicas como el colesterol; y "-emia" que se refiere a la sangre. Es decir, al hablar de Dislipidemias, nos referimos a una anomalía de los lípidos en la sangre.


Por otra parte, el colesterol es un componente de las membranas celulares y, además, precursor de hormonas (como las hormonas sexuales y tiroideas) y es transportado en la sangre por partículas especializadas conocidas como "lipoproteínas". El colesterol que se encuentra en nuestro organismo lo adquirimos por medio de dos vías: la endógena, que es la producción de colesterol generada por el organismo; y la exógena, que es el colesterol que adquirimos por medio del consumo de los alimentos.
Al hablar de lipoproteínas, nos referimos a compuestos sintetizados en el hígado; su función principal es transportar el colesterol endógeno y los triglicéridos. Entre éstos se encuentran: los quilomicrones, el colesterol VLDL, el colesterol LDL, y el colesterol HDL; los tres primeros son conocidos como "colesterol malo" porque son de mayor tamaño y, en su composición, al menos el 60% de ellos son triglicéridos; el colesterol HDL es el conocido "colesterol bueno" por ser el de menor tamaño y el que contiene en su composición la menor cantidad de triglicéridos, y además, a su vez funciona como "limpiador" del torrente sanguíneo.


Como mencionábamos al principio, las lipoproteínas son necesarias en el funcionamiento de nuestro organismo, sin embargo debemos mantener un control en los niveles sanguíneos de estos componentes ya que pueden traer efectos adversos en la salud, entre ellas las enfermedades coronarias.
Ahora, para ser un poco más claros, ¿Por qué el tamaño de las lipoproteínas influye en que tan "malas" o "buenas" son para el organismo?. Imaginemos lo siguiente: Estamos en una carretera de dos carriles con una sola vía; en la carretera encontramos vehículos de diferente tamaño, tenemos furgones, camiones, autos 4x4, automóviles y motocicletas. Como ven, cada uno de ellos ocupa diferente tamaño en la carretera, algunos más que otros, pero cada uno necesita transportarse a diferentes lugares; si en esta carretera la mayor parte del espacio disponible lo ocupan los vehículos de mayor tamaño va ser más difícil para los vehículos más pequeños trasladarse, ya que va generar un embotellamiento (lo que conocemos también como "presas" en la carretera) causado por estos vehículos de mayor tamaño, haciendo que el tránsito sea más lento y por lo tanto causando problemas en las vías de transporte. Como bien sabemos, cada uno de estos vehículos es de gran importancia, puesto que cada uno de ellos sirve para trasladar algo específico; sin embargo, si en esta carretera tuviéramos una menor cantidad de cada uno de estos vehículos grandes y una mayor cantidad de vehículos pequeños (como las motocicletas) el tránsito sería mucho más fluido y no habrían problemas de transporte, todo fluye con mayor facilidad. Pensemos entonces en nuestras arterias como la carretera y en las lipoproteínas como los vehículos (los vehículos grandes serán el colesterol malo y los vehículos pequeños son el colesterol bueno); cada uno de ellos es importante en el transporte de sustancias a través de nuestras arterias, sin embargo, entre mayor sea la cantidad de lipoproteínas de gran tamaño, más pequeño va ser el espacio en nuestra arteria para que todas las partículas que necesitan ser transportadas (entre ellas el oxígeno) fluyan sin inconvenientes; de ahí la importancia de mantener niveles adecuados de colesterol y triglicéridos en la sangre.
Hay varias maneras en las que esta enfermedad se presenta, las cuales son:
  1. Hipercolesterolemia aislada: esta se da principalmente por aumento del colesterol LDL.
  2. Hipertrigliceridemia aislada: por aumentos en los niveles de triglicéridos y colesterol VLDL.
  3. Hiperlipidemia mixta: esta manifestación clínica se presenta cuando hay aumento de triglicéridos y de colesterol LDL.
  4. Déficit aislado de HDL: es decir, cuando los niveles del colesterol HDL o el colesterol "bueno" están disminuidos o por debajo de 35 mg/dl, de ahí la importancia de mantener también niveles adecuados de este colesterol.

Entre los factores de riesgo que existen para padecer esta enfermedad, podemos citar los siguientes:

  • Consumo de tabaco: este es un factor muy importante, en los últimos años se le ha dado importancia a la reducción del hábito tabáquico para la prevención del cáncer de pulmón; sin embargo, es bien conocido que este hábito representa un factor de riesgo para un sin fin de padecimientos. La razón principal por la cual la ubicamos como factor de riesgo dentro de este trastorno, es porque se ha demostrado que el tabaco tiene un papel de captador de grasas en la sangre, por lo que los niveles de colesterol se muestran aumentados en las personas con este hábito.
  • Presión arterial mayor o igual a 140/90 mmHg o en tratamiento hipertensivo.
  • Niveles de HDL menores a 40 mg/dl.
  • Edad: en hombres mayores de 45 años, mujeres mayores de 55 años.
  • Obesidad.
  • Sedentarismo.
  • Dieta alta en grasas.
  • Diabetes mellitus.
  • Enfermedad coronaria.

Abordaje nutricional

Como mencionabamos al principio, el tratamiento nutricional debe ser parte del tratamiento médico y debe estar acompañado de una estricta supervisión y cumplimiento del tratamiento brindado por el médico y nutricionista.

Existen alimentos que por su composición tienen mayor nivel de grasa que otros, estos son los alimentos que debemos evitar al 100% en nuestro plan de alimentación; existen otros, que mantienen un aporte de grasa medio, por lo que se recomienda consumirlo no más de 3 veces por semana; y finalmente, están aquellos alimentos con muy poca grasa o sin ella, que además mantienen un gran aporte de vitaminas, minerales y fibra, sin embargo, debemos mantener en estricta vigilancia el no excedernos en el consumo de estos alimentos, ya que un elevado consumo de los mismos puede llevarnos a otro tipo de trastornos como la hipervitaminosis (pero ese será tema de otro artículo).

Alimentos recomendados:
Grasas como el aguacate, aceitunas, nueces; pollo y carne sin piel ni grasa visible antes de realizar la cocción; pescado como el bacalao, el salmón o el atún; leche o yogurt 0% grasa, quesos bajos en grasa como el queso Turrialba, cottage, mozarella; leguminosas; cereales integrales. Bebidas, gelatinas y mermeladas endulzados con sustituto de azúcar son de consumo libre. Además recuerde que tiene que aumentar el consumo de frutas y vegetales, trate de incluirlos en todos los tiempos de comida.


Alimentos Limitados (consumo máximo de 3 veces por semana):
Margarinas y mayonesas; carne de res y de cerdo sin piel o grasa visible, embutidos de pavo, arroz y pan blanco, galletas, sopas no grasosas; frutas enlatadas o de conserva, o aquellas ricas en azúcar como lo son el banano, la piña, manzana, uvas.


Alimentos prohibidos:
Aceite de coco, alimentos fritos o cocinados con mucho aceite, tocino, manteca, mantequilla, natilla, chorizo, salchichas, embutidos en general; camarones y huevos de pescado, queso crema, crema de leche, leche entera, leche condensada, gaseosas, leguminosas adicionadas con tocino o tocineta, repostería (especialmente aquellas rellenas o con lustre), coco, chocolates, helados, frutas adicionadas con crema o dulce, sopas cremosas, bebidas alcohólicas.

También es importante tomar en cuenta lo siguiente:

  • Corregir el sobrepeso u obesidad si se padecen.
  • Evitar el consumo de azúcares: los azúcares y los carbohidratos simples como el pan blanco, las galletas, repostería, jaleas, mermeladas, azúcar común, miel, entre otros; son metabolizados en el organismo y su exceso es transformado en forma de Triglicéridos, haciendo que los niveles de Tg se vean aumentados en la sangre.
  • Eliminar el cigarro y disminuir el consumo de alcohol.
  • Realizar actividad física: es importante realizar ejercicio durante 30 minutos, 5 veces por semana. La realización de ejercicio debe incorporarse lentamente iniciando por periodos de tiempos cortos y a un paso moderado, se pueden realizar dos sesiones de 15 minutos durante el día con el fin de cumplir con los 30 minutos recomendados. La realización de ejercicio no solamente ayuda a reducir el peso corporal, si no también a disminuir los niveles de colesterol y triglicéridos en sangre, y además es la única manera en la cual podemos aumentar los niveles de colesterol HDL o colesterol bueno.
  • La preparación de las comidas: recordemos que aunque escojamos alimentos que nos aportan muy poca cantidad de grasas, debemos también modificar la preparación de los mismos. Por ejemplo, aunque escojamos un pollo sin piel y sin grasa visible, si lo cocinamos con mucha grasa, lo que evitamos quitándole la grasa al pollo lo estamos ganando en la grasa que le estamos agregando para la cocción. Comer saludable no es sinónimo de comer feo, simplemente recuerde que debe hacer un cambio en su actitud y en la manera en la cual prepara los alimentos, es ahí cuando empezará a notar cambios.